En una sesión cargada de tensión política, el Senado de la Nación votó por amplísima mayoría la anulación de los vetos del presidente Javier Milei a dos leyes clave: el financiamiento de las universidades públicas y el refuerzo presupuestario al Hospital Garrahan. La decisión fue respaldada por más de dos tercios de los senadores, lo que dejó sin efecto la objeción presidencial.
El rechazo a los vetos se dio en medio de una creciente preocupación por el ajuste en áreas sensibles como la educación superior y la salud infantil. La ley universitaria había sido aprobada por unanimidad en ambas cámaras, mientras que la del Garrahan contaba con un fuerte consenso técnico y político. La votación en el Senado ratificó ese respaldo transversal.
Desde los bloques opositores se interpretó el resultado como una señal institucional frente a lo que consideran una política de desfinanciamiento del Estado. “No se trata de una pulseada con el Ejecutivo, sino de defender derechos básicos”, señalaron senadores del peronismo y de fuerzas provinciales.
El oficialismo, con representación limitada en la Cámara Alta, no logró frenar la avanzada legislativa. La votación dejó en evidencia el aislamiento político del Gobierno en el Congreso, donde las alianzas que permitieron aprobar el presupuesto y otras leyes clave comienzan a mostrar fisuras.
En paralelo, sectores universitarios y profesionales de la salud celebraron la decisión como una victoria institucional. Rectores, docentes y estudiantes habían realizado movilizaciones en todo el país en defensa de la educación pública, mientras que el Garrahan había advertido sobre el impacto del recorte en la atención pediátrica de alta complejidad.
La anulación de los vetos no solo restituye los fondos, sino que también reinstala el debate sobre los límites del poder presidencial en un sistema democrático. En un contexto de crisis económica y polarización política, el Congreso vuelve a posicionarse como contrapeso institucional y como espacio de defensa de políticas públicas esenciales.