Este 17 de Octubre, el peronismo vuelve a conmemorar el Día de la Lealtad, pero lo hace sin una actividad unificada. En lugar de una convocatoria central, distintos sectores del movimiento organizan actos, caravanas y hasta intervenciones visuales, en una jornada que refleja tanto la diversidad como las tensiones internas del espacio.
En la Ciudad de Buenos Aires, el kirchnerismo impulsa un mapping en la fachada de la ex ESMA, con imágenes alusivas a la historia del peronismo y la resistencia popular. La actividad busca resignificar el 17 de Octubre desde una narrativa de derechos humanos y memoria, con fuerte impronta simbólica.
Por otro lado, en el conurbano bonaerense, agrupaciones sindicales y territoriales organizan caravanas por los barrios, con epicentro en La Matanza, San Martín y Avellaneda. La consigna es “Lealtad con el pueblo”, y apunta a recuperar la mística callejera del peronismo clásico, en un contexto de ajuste y malestar social.
En paralelo, sectores vinculados al kirchnerismo institucional —intendentes, legisladores y referentes del PJ bonaerense— preparan un acto en la Universidad de La Plata, con discursos centrados en la reconstrucción del partido y la necesidad de una nueva síntesis política para 2027. La actividad contará con la presencia de varios exfuncionarios nacionales.
La falta de una convocatoria común no es casual: responde a diferencias estratégicas sobre cómo reposicionar al peronismo en la escena nacional. Mientras algunos sectores apuestan a la reconstrucción partidaria, otros priorizan la territorialidad o la épica cultural. La dispersión también refleja la ausencia de un liderazgo aglutinante tras la derrota electoral.
En este escenario, el 17 de Octubre se convierte en un espejo de la etapa que atraviesa el peronismo: fragmentado, en búsqueda de sentido, pero aún activo en múltiples frentes. La pregunta que sobrevuela es si esta diversidad puede transformarse en potencia política o si seguirá siendo síntoma de dispersión.