La intensa agenda internacional del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, encendió luces de alarma en la administración estadounidense. Según trascendió, el funcionario argentino mantuvo más de medio centenar de encuentros con representantes diplomáticos y ejecutivos de empresas chinas de peso en sectores estratégicos como infraestructura y energía.
En Washington, donde el gobierno de Donald Trump busca consolidar un frente común contra la expansión de Beijing, la reiteración de estos contactos fue interpretada como una señal de acercamiento que podría condicionar la relación bilateral con la Casa Blanca. Funcionarios norteamericanos transmitieron su inquietud en el marco de las negociaciones económicas y políticas que mantiene la gestión de Javier Milei con Estados Unidos.
Entre las compañías chinas con las que Francos se reunió figuran Gezhouba Group y Ganfen Lithium, ambas con fuerte interés en proyectos de represas, minería y recursos naturales en Argentina. La asiduidad de estos encuentros contrasta con la expectativa de Washington de que Buenos Aires se alinee con su estrategia de contención frente a China.
Desde el entorno del jefe de Gabinete relativizan las críticas y aseguran que la política exterior argentina busca un equilibrio pragmático, sin exclusiones, en un escenario global marcado por la competencia entre potencias. “No hay condicionamientos ni presiones externas que nos hagan renunciar a vínculos que son beneficiosos para el país”, señalaron fuentes cercanas a Francos.
La tensión se produce en un momento clave: mientras Milei apuesta a consolidar un rescate financiero con Estados Unidos, la hiperactividad de Francos con China introduce un factor de desconfianza que podría complicar las tratativas. En este tablero, la Casa Rosada deberá administrar con cuidado sus equilibrios diplomáticos para no quedar atrapada en la disputa entre las dos principales potencias del mundo.