13 de Septiembre de 2024
Editorial / 02-08-2024

El apagón de la democracia y la rigidez del kirchnerismo





Maduro ha renunciado a simular siquiera la mímica del Estado de Derecho, convirtiendo a Venezuela en un foco de inestabilidad regional; por estas latitudes, Kicillof enfrenta las consecuencias de decisiones tomadas hace tiempo

Con la decisión de robarse las elecciones presidenciales, el régimen de Nicolás Maduro ha renunciado a simular siquiera la mímica del Estado de Derecho para asumirse en plenitud como una dictadura totalitaria. Al agravarse, la situación venezolana está produciendo un sismo político en la región. Vínculos que se mantenían tensos, como el de Caracas con Buenos Aires, terminan de romperse. Y relaciones amistosas, como la del chavismo con el gobierno brasileño o el gobierno colombiano, se deslizan hasta el borde del conflicto. El apagón final de la democracia en Venezuela determina, entonces, un cambio para toda la región. Con consecuencias inesperadas, como la posibilidad de un acercamiento acelerado entre Brasil y la Argentina.

En la embajada argentina comenzará a flamear la bandera brasileña, debido a que Lula da Silva aceptó hacerse cargo de la representación de los intereses del país en Venezuela. Al mismo tiempo, la Fuerza Aérea de Brasil ofreció un avión para trasladar a Buenos Aires a los refugiados que se alojan en la representación argentina. Son gestos destinados a desbloquear el trato entre Lula y Javier Milei.

El Presidente argentino no los entendió. El encargo de los intereses argentinos fue solicitado por la canciller Diana Mondino. Lula accedió. Pero anoche Milei reenvió un tuit muy irritante para su colega brasileño: lo calificó de comunista, cómplice de la dictadura de Maduro junto con el colombiano Gustavo Petro y el mexicano Andrés Manuel López Obrador. El mensaje, de un tercero, protestaba porque Brasil, Colombia y México se abstuvieron de votar una resolución de la OEA, condenatoria del régimen chavista.

Lo curioso es que la líder de la oposición venezolana, María Corina Machado, agradeció anoche al representante brasileño en la OEA por su discurso en favor de la soberanía popular. Y también reconoció a Brasil por asumir el cuidado de los intereses argentinos. Habrá que ver si hoy, después de la diatriba de Milei contra Lula, esa representación se mantiene. Da la impresión de que el Presidente cree interpretar el punto de vista de la oposición venezolana mejor que esa misma oposición.

El sistema encabezado por Maduro camina, con los oídos tapados, hacia un modo de dominación similar al que existe en Nicaragua, donde el matrimonio Ortega montó en 2021 una farsa electoral para atornillarse en el poder, encarcelando a opositores e intimidando o deteniendo a periodistas. Un método que se volvió todavía más cruel, en febrero pasado, en Bielorrusia. Allí el tirano Lukashenko utilizó a la KGB para hostigar a las familias de presos políticos, disolvió partidos y eliminó cualquier candidatura que pudiera rivalizar con la de su gobierno.

Nicaragua y Bielorrusia son espejos que permiten indagar la incógnita principal de este momento: a qué niveles de agresividad recurrirá el chavismo para reprimir las protestas de un electorado indignado, que siente que le fue arrebatado el derecho a elegir quién lo representa. Cuánta sangre correrá por las calles venezolanas. Esa es la pregunta más urgente. Sobre todo después de la primera señal que anunciaba un nuevo tiempo: el resultado de los comicios fue comunicado por el ministro de Defensa y jefe de las Fuerzas Armadas, Vladimir Padrino López. El mismo general que anteayer se mostró rodeado de la jerarquía del Ejército en un intento de desalentar cualquier protesta.

La exhibición del rigor físico del Estado es la derivación inevitable de un fraude que ya renunció a cualquier hipocresía. Comenzó con la proscripción de la candidatura de María Corina Machado, surgida de una primaria de la oposición. Pero se profundizó mucho el día de las elecciones. A las 5 de la tarde quedó cancelado el sitio web del Consejo Nacional Electoral (CNE). Elvis Amoroso, el presidente de ese organismo, independiente sólo en la retórica, anunció el triunfo “irreversible” de Maduro, mientras detallaba cómputos que indicaban que ese resultado, aun siendo verdadero, se podía revertir. Amoroso mostró la hilacha de su primitivismo en los números que divulgó cuando, según él, se había contado el 80% de los votos. Para asombro de expertos en matemáticas, y como detectó el periodista Matías Mowszet, los candidatos obtuvieron porcentajes redondos: 51,2000% Maduro, 44,2000% Edmundo González Urrutia, y 4,6000% otros. Llevados por la torpeza, los alquimistas del fraude venezolano decidieron primero los porcentajes y, a partir de ellos, asignaron los sufragios que corresponderían a cada competidor.

Carlos Pagni

La Nación

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