El Congreso de El Salvador, dominado por el oficialismo, aprobó una reforma constitucional que habilita la reelección presidencial indefinida, extiende los mandatos de cinco a seis años y elimina la segunda vuelta electoral. La medida fue votada sin debate, en una sesión exprés, y representa un cambio profundo en el sistema político salvadoreño.
La reforma fue impulsada por el partido Nuevas Ideas, liderado por Bukele, y se suma a una serie de maniobras institucionales que han consolidado su control sobre todos los poderes del Estado. Desde 2021, el presidente ha removido jueces, fiscales y opositores, y ha reducido el número de escaños legislativos para favorecer a su fuerza política.
Organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional calificaron la reforma como un “golpe mortal” a la democracia. Denuncian que el régimen de excepción vigente permite arrestos masivos sin orden judicial y que decenas de periodistas y activistas han debido exiliarse por persecuciones del gobierno.
Bukele, por su parte, defendió la medida en redes sociales, asegurando que “el 90% de los países desarrollados permiten la reelección indefinida” y que las críticas se deben a que El Salvador es “un país pequeño y pobre”. También afirmó que prefiere ser llamado dictador antes que ver a los salvadoreños morir en las calles, en referencia a su política de mano dura contra las pandillas.
Con esta reforma, Bukele podría extender su mandato hasta 2033 y más allá, completando al menos 15 años en el poder. La oposición denuncia el fin del orden democrático y advierte que El Salvador sigue el camino de regímenes autoritarios como los de Venezuela, Nicaragua y Rusia.