En lo que muchos definieron como el partido del morbo, River Plate derrotó 1-0 a Racing Club con un gol de Matías Salas, en un encuentro que tuvo todos los condimentos: presión, clima caliente, y un trasfondo que excedía lo deportivo.
El duelo, correspondiente a los cuartos de final de la Copa Argentina, se disputó en Rosario y fue seguido con atención por hinchas, dirigentes y analistas. River venía golpeado por una seguidilla de derrotas y por la eliminación en la Copa Libertadores, mientras que Racing llegaba en alza, con Costas consolidado y el equipo clasificado entre los cuatro mejores del continente.
El gol de Salas, a los 63 minutos, fue una aparición inesperada en un partido trabado, donde ambos equipos se cuidaron más de lo que arriesgaron. En River, el triunfo le da respiro a Gallardo y refuerza la idea de que el club puede reinventarse en medio de la crisis.
El morbo estaba en el aire: dos equipos grandes, dos realidades opuestas, y una Copa que se convirtió en refugio para ambos. River avanzó a semifinales, donde enfrentará a Independiente Rivadavia, mientras Racing deberá reordenar su agenda y recuperar el envión perdido.
El fútbol, una vez más, fue escenario de algo más profundo: expectativas, tensiones y narrativas que se juegan dentro y fuera de la cancha. Y en esa trama, el gol de Salas fue mucho más que un resultado. Fue un alivio, una señal, y quizás, el inicio de una nueva etapa.