La derrota frente a La Libertad Avanza en la provincia dejó al descubierto las tensiones dentro del peronismo bonaerense. En Ezeiza, el intendente Gastón Granados fue uno de los primeros en alzar la voz: “Esta elección es un mensaje para nuestros dirigentes nacionales, que tienen que entender que somos los que tenemos los votos”, lanzó, en clara alusión a la falta de injerencia de los jefes comunales en el armado de listas nacionales .
El malestar se arrastra desde septiembre, cuando los intendentes denunciaron haber quedado al margen de la estrategia electoral que encabezó Jorge Taiana. La derrota de octubre terminó de encender la mecha: ahora buscan instalarse como actores imprescindibles en la mesa de decisiones del PJ, con la convicción de que su peso territorial fue subestimado.
En distritos como Ezeiza, Merlo, Moreno, el kirchnerismo logró sostener diferencias a favor, lo que refuerza el argumento de los intendentes: allí donde la estructura local se movilizó con fuerza, el oficialismo pudo resistir la ola violeta. En cambio, en municipios donde la campaña se apoyó más en la estrategia provincial o nacional, el retroceso fue evidente.
El reclamo de los intendentes no es solo coyuntural. Apunta a la reconfiguración del liderazgo peronista en la provincia, donde la figura de Axel Kicillof aparece cuestionada por sectores del kirchnerismo y por los propios jefes comunales. La consigna es clara: sin protagonismo territorial, el PJ difícilmente pueda recuperar competitividad en el corto plazo.
De cara a lo que viene, los intendentes ya trabajan en la construcción de una alternativa interna que les permita condicionar las decisiones nacionales. La frase repetida en los pasillos resume el clima: “Somos los que tenemos los votos, y ahora queremos tener también la lapicera”.